Un buen día, -cansada de los desperfectos de la casa- la esposa
le dice a su marido…
-Cariño, ¿Por qué no
arreglas la luz del pasillo?
El marido le contesta:
- ¡Pero si yo no soy
electricista!
Otro día le pregunta…
- Cielo, ¿Por qué no
arreglas el mueble de la cocina?
Nuevamente, el marido le
contesta:
- ¡Pero si yo no soy
carpintero!
Un buen día, llega el marido
de trabajar y ve que la luz del pasillo y el mueble de cocina, están perfectamente
arreglados.
Es entonces, cuando el
marido le pregunta a su mujer:
- Cari, ¿Cómo lo has
arreglado todo? ¡¡¡Te quedó perfecto!!!
Ella muy suelta le
contesta…
- No he sido yo,
cielo. Vino el vecino nuevo y fue él, quien lo arregló todo.
El marido exaltado le pregunta…
- ¿Cómo? ¿Y
cuanto te cobró? ¿Fue mucho dinero?
Ella,
-con una burlona sonrisa de oreja a oreja- le dice…
- Bueno, después
del arreglo, me dio a elegir entre hacerle una tarta, o acostarme con él tres
horas seguidas.
Enfurecido
y casi colérico, pregunta…
- ¿Y de
qué demonios le hiciste la tarta?
Ahora
ella, -de forma muy burlona- responde…
- Pero cariño…
¡¡¡Si yo no soy pastelera!!!
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