Jaimito va un domingo por la
mañana, a su iglesia, a confesar sus pecados.
Justo antes de que dé comienzo la misa, ya que Jaimito, hace de monaguillo.
Al arrodillarse en
el confesionario, el cura -muy enojado- le pregunta:
-
Jaimito... ¿Quién se está llevando el
dinero, de las limosnas que echan, en los cepillos de los domingos?
Jaimito haciéndose el despistado,
le dice al cura:
-
¿Que dice usted, padre? ¡¡¡No le oigo nada!!!
El
cura indignado, le reprocha a Jaimito...
-
¡¡¡No te hagas el sordo Jaimito, sé, que me escuchas perfectamente!!!
Jaimito vuelve a sus andadas y le
dice al cura:
-
¿Qué padre? ¿Qué dice usted?
El
cura comienza a enojarse y dice:
-
¡¡¡Jaimito!!! ¿Fuiste tú quien lo
robó verdad?
Jaimito, se enroca en su sordera,
y contesta:
-
Padre... No me va a creer, pero... ¡¡¡No le oigo!!!
El
cura, -rojo y ofuscado por el enfado-, le dice a Jaimito:
-
¡¡¡Jaimito, ponte tú dentro del
confesionario, quiero comprobar, si en verdad no se oye nada desde fuera!!!
¡¡¡Verás
cómo sí, se oye bien... Hombre, si se oye bien!!!
Jaimito pone cara de pillo y
dice:
-
De acuerdo padre... Hagamos la prueba.
Se
cambian las posiciones en el confesionario, y cuando Jaimito está dentro, le pregunta al cura:
-
Padre... ¿Quién se está beneficiando a la hija del panadero, todos los sábados,
cuando viene a ensayar en el coro?
El
cura que se siente pillado, exclama:
-
¡¡¡Aayyy Jaimito!!! ¡¡¡Qué razón
tienes hijo mío!!! ¡¡¡DESDE AQUÍ, NO SE OYE UNA MIERDA!!!
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