En el cuerpo
de élite de la C.I.A, se produce una vacante, y es necesario cubrirla con
urgencia.
Dicha vacante
es: “Como agente especializado en ejecuciones forzosas”.
Después de
que la comisión de expertos, evaluase a algunos aspirantes, y les hiciesen las
pruebas de selección para agentes de la C.I.A, quedan como finalistas:
2 hombres
casados y una mujer, -también felizmente- casada.
Llegado el
día de la prueba final, y para definir quién conseguiría el puesto de trabajo,
los agentes que administraban la prueba, llevaron a uno de los hombres, hasta
una puerta grande, metálica, y le dieron una pistola semiautomática.
El hombre muy
extrañado preguntó:
- ¿Para qué
es este arma? ¿Qué debo hacer con ella?
Los agentes
expertos, le dijeron:
- Debemos
confirmar, que usted seguirá todas nuestras instrucciones, o indicaciones, al
pie de la letra. No importa, bajo qué circunstancias le hayan sido dadas.
A
continuación le siguieron explicando:
- Cuando
atraviese usted esta puerta, dentro de esta habitación, usted encontrara a su
esposa atada a una silla. Tome usted esta pistola y mátela.
El hombre con
una mirada de asombro les dijo:
- Ustedes no
pueden estar hablando en serio. Yo jamás podría matar a mi propia esposa. ¡¡¡La
amo con locura!!!
Bien -dijo
uno de los agentes- entonces usted, definitivamente, no es la persona adecuada
para este trabajo.
Visto el
fracaso del primer candidato, decidieron traer al segundo. Le trajeron a la
misma puerta, le entregaron el arma, y le explicaron exactamente, los mismos
parámetros de la prueba, que al anterior agente.
El segundo
hombre, miró algo sobresaltado, pero sin embargo, tomó el arma y entró al
cuarto con la intención de ejecutar a su mujer.
Todo estuvo
en silencio cerca de 15 minutos, y entonces, la puerta se abrió de golpe. El
hombre, salió súbitamente del cuarto con lagrimas en sus ojos y dijo:
- Intenté
matarla, créanme que lo intenté, estuve a punto de hacerlo, pero, simplemente
no pude apretar el gatillo. Supongo, que no soy el hombre adecuado para este
trabajo.
Los agentes,
lo miraron fijamente y le contestaron:
- No, usted
no tiene las cualidades y lo que se necesita, para efectuar este trabajo. Tome
a su esposa y váyanse a casa.
Los agentes
se miran fijamente, y deciden llamar a la siguiente candidata. Ahora solo les
quedaba la mujer.
La conducen a
la misma puerta metálica y le dan la misma pistola, diciéndole:
- Como prueba
final, debemos estar seguros de que usted seguirá nuestras instrucciones, sin
importar las circunstancias ni las consecuencias.
Dentro de esa
habitación, encontrará a su marido, sentado en una silla y atado a la misma.
Tome esta pistola y mátelo.
La mujer tomó
el arma y abrió la puerta rápidamente.
Antes incluso,
de que la puerta se hubiese cerrado completamente, los agentes oyeron a la
mujer, descargar la pistola completamente. Uno por uno, disparó todos y cada uno,
de los cartuchos disponibles en el cargador.
Poco después,
el mismo infierno se apoderó, de aquella oscura habitación. Se oyeron llantos,
lamentos, gritos desgarradores, ruidos de lucha desenfrenada, golpes en las
paredes, etc.
Esto continuó,
durante unos largos y angustiosos minutos, y finalmente, todo quedó sumido en
un silencio sepulcral.
Finalmente,
la puerta se abrió lentamente, y de allí, salía con paso firme la mujer.
Se limpio el
sudor de la frente con el antebrazo, y dijo:
- ¡¡¡Que
cachondos y guasones son ustedes!!! ¿Por qué no me dijeron, que lo de la
pistola eran balas de fogueo?
¡¡¡Que
película se ha montado ahí dentro!!! ¡¡¡Tuve que cortar sus ataduras a
mordiscos, y después matarlo a sillazos!!!
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