Una mujer rubia, alta,
esbelta, súper elegante y muy bella, sale de tomar copas en un bar, con un
grado de alcohol en sangre tan alto, que si muriese y la incinerasen, estaría
ardiendo un año entero.
Sale del bar, borracha como una cuba y con una tajá como un piano -una
de esas tajás brutales, que te dejan marca indeleble para siempre-.
Ella, no es consciente de su
estado de embriaguez y Borracha como una cuba, sale caminando
tambaleante, con sus zapatos de tacón, y su vestido elástico ajustado.
Se dirige hacia su coche (un
monovolumen blanco carísimo), abre la puerta del coche con la llave, pero su
estado de embriaguez es tan grande, que después de dar una cambayá, se queda
apoyada de espaldas, sobre la puerta trasera del monovolumen.
Comienza a deslizarse hacia
abajo y el vestido, comienza a subírsele hacia la cintura, hasta tal punto, que
le deja a la vista las caderas, el culo y las ingles.
Apoyada sobre el coche,
patiabierta y sin bragas, se inclina hacia delante, mira hacia abajo, y lo
único que ve, es su suave y depilada parte íntima.
Con un fuerte dolor de cabeza y desorientada por la brutal borrachera, agacha
su cabeza y mirándose el chichi, comienza a hablarle con mucha dificultad, diciéndole:
- Por ti, tengo este gran
coche.
- Por ti, tengo todas mis joyas.
- Por ti, tengo todo mi dinero.
- Por ti, puedo tener al hombre que yo quiera.
- Por ti, puedo cuidar a mamá
y pagar sus medicinas.
- Por ti, tengo una lujosa mansión, jamás soñada por mí…
De repente, -involuntariamente-
siente como se empieza a mear y dice enojada:
- ¡¡¡No llores, coño!!! ¡¡¡Que no te estoy
riñendo!!!
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