Una pareja joven y bien situada, estaba
jugando al golf, en un campo muy distinguido y rodeado de bellísimas mansiones.
En el tercer golpe del par, el marido le dice a su mujer:
— Querida, ten cuidado al pegarle a la
pelota, no sea que la mandes a una de esas preciosas mansiones que rodean el
campo y rompas el cristal de alguna de esas caras ventanas. Si
lo haces, va a costarnos una fortuna la reparación.
No alcanza a terminar de decir la frase,
cuando ella da un mal golpe, y la pelota va directamente a una de las ventanas
de la mejor mansión.
El marido se vuelve loco y —casi con un
ataque de histeria—, le reprocha a su mujer el golpe efectuado:
— ¡¡Te dije que tuvieses cuidado al golpear
la pelota!! ¿Y ahora... Qué hacemos? ¡Ese cristal debe de ser carísimo!
Pasados unos minutos —y ya más
tranquilo—, le dice a la preocupada esposa...
— Vamos a pedir disculpas y a ver cuánto
nos va a costar, el arreglo de tu jugadita.
Se dirigen andando hasta la lujosa
mansión, llaman al timbre, —que sonaba como si de campanas de iglesia se
tratase— y desde adentro, una voz grave responde:
— Adelante. Pueden entrar.
Abren despacio la puerta y ven, que
todos los trozos de cristal —por donde entró la pelota— están dispersos por el
suelo. Una botella de color verde oscuro, está rota cerca de la mesa central y
un hombre de barba cuidada y aspecto burgués, está sentado tranquilamente en un
sillón.
El hombre, echa mano a un vaso de licor,
da un trago corto, paladea la bebida y les dice:
— ¿Ustedes son los que han roto el cristal de mi
ventana?
— Sí.
Responde el marido con timidez, evidentes signos de preocupación y mucho nerviosismo.
— Lo sentimos mucho. Queremos pagarle el
daño causado y evitarle más molestias por nuestra parte.
— ¡De ninguna manera señor!
Contesta —levantándose del sillón— el
morador de la mansión.
— Soy yo, el que debe estarles agradecido. Soy un
Genio, que ha estado preso en esa horrible botella durante cientos, que digo
cientos, miles de años. Ustedes me han liberado de esa horrible cárcel y por
eso, puedo concederos tres deseos, pero lo haré de la siguiente forma: les
concederé uno a cada uno y me guardo el tercero para mí, como pequeño pago por
el cristal.
— ¡Qué bien, no me puedo creer que nos esté
pasando esto a nosotros cariño!
Dice el marido.
— ¡Yo quiero un millón de euros al mes,
durante el resto de mi vida!
Dijo con clara excitación el marido.
— ¡No hay ningún problema! Es lo menos que puedo hacer
por uno de mis salvadores.
Respondió el Genio a continuación.
— ¡Yo quiero poseer una casa como esta,
en cada país del mundo!
Agrega ella con mucho entusiasmo.
— Vuestros deseos están realizados.
Responde el Genio.
— ¿Y cuál es tu deseo, Genio. Si es que se
puede saber?
Pregunta nervioso e intrigado el marido.
— Bien. Os lo explico.
Responde con serio semblante el Genio.
— Desde que quedé preso en esa botella, —hace miles de
años— no he tenido oportunidad de tirarme a ninguna mujer y mucho menos, tan
bella y sexy como la tuya amigo. Mi deseo es pues, tirarme a tu mujer.
El marido —asombrado y perplejo— mira a
su mujer y le dice:
— Bueno querida, nos ganamos una montaña de
dinero y todas esas casas alrededor del mundo. Creo que no está pidiendo mucho
a cambio.
El Genio, agarra —con delicadeza— a la
bella señora por la cintura, y se lleva a la mujer a un cuarto contiguo.
Una gran cama —cubierta de velos
blancos— ocupaba todo el centro de aquella gran habitación.
Allí dentro, —el Genio— pasa alrededor de tres horas
con ella, sin parar de hacer el amor en todas las posturas conocidas y por
conocer.
Al finalizar, —mientras ambos se ponen
la ropa interior—, el Genio la mira fijamente a los ojos, le agarra con ambas
manos y mucha delicadeza su cara, le da un prolongado y profundo beso con
lengua, y mientras se arrima a ella hasta casi fundirse ambos en un solo
cuerpo, le da un último apretón de nalgas con ambas manos, preguntándole a
continuación:
— Dime guapísima, tengo una duda: ¿Cuántos años tiene
tu marido?
—Treinta y cinco. ¿Por qué?
Responde ella ruborizada.
— ¡¡Joder, no me lo puedo creer!!
Exclama el
Genio de la mansión junto al campo de Golf.
me encanta lo que escribes y como lo escribes
ResponderEliminarMe encantan tus comentarios son tan reales un abrazo desde Recomenzar
Gracias por dejarme este bonito y afectuoso comentario Mucha. Me alegra mucho que te guste mi forma de expresarme y de escribir. Te mando un fuerte abrazo estimada amiga. Feliz día!!!
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