Un hombre que lleva felizmente casado 20 años, decide escribirle una carta de despedida a su mujer, en la que le dice…
Mari cariño, hoy te escribo esta carta, porque estoy pensando seriamente en irme de casa y pedir el divorcio exprés.
He descubierto tras estos años de convivencia en pareja, que ya no aguanto más el estrés que contigo acumulo.
He descubierto tras estos años de convivencia en pareja, que ya no aguanto más el estrés que contigo acumulo.
La principal causa que me empuja a hacerlo, es la imposibilidad de poder realizar diariamente, todas tus exigencias para una vida sana y reconfortante.
Todos los días, hay que comerse una manzana y un plátano, para el aporte de vitaminas y potasio. Igualmente todos los días, —según tú— hay que beberse dos litros de agua… Bueno, comprendo que hay gente que bebe mucha más, pero, —que digo yo, que estos no mearán— ¡romperán aguas cuando van al Wc!
A esto, hay que sumar que todos los días, —según tú— hay que tomar un Actimel, para tener “L Casei Inmunitas”, que nadie ve, ni sabemos lo que es, pero por lo visto si no te comes un millón todos los días, no cagas y ves a la gente borrosa.
Todos los días, hay que tomar una aspirina para prevenir los infartos, dos dedos de vino y un vaso de cerveza. Bueno, —según tú— si te lo tomas todo junto, aunque te dé el infarto ni te enteras.
Todos los días, hay que comer fibra, ¡mucha fibra! —a ti no te bastan dos Kiwis— hasta que consiga cagar una camisa de lino de buena calidad, como mínimo.
También te tienes que comer una naranja para la vitamina C y un par de Donuts, si al final del día, quieres tener un día redondo.
Hay que hacer —como mínimo— las tres comidas diarias, sin olvidarse, que cada bolo alimenticio hay que masticarlo cien veces (cómo mínimo) y después de cada comida, lavarse bien los dientes. Ya sabes, por lo de las caries y el sarro. O sea, que después de cada comida hay que lavarse bien los dientes. Después del Actimel, los dientes, después del plátano, los dientes, y así hasta que te los desgastes o te queden blancos y limpios como una patena.
Haciendo un cálculo aproximado, solo en comer se te van 5 horas. Por tanto, si todos los días hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho horas, más las cinco que empleamos en comer, suman veintiuna, con lo cual, nos quedan sólo tres.
Curiosamente, según las estadísticas, los españoles vemos tres horas de televisión al día.
¡Ya la hemos liado!
Porque todos los días, hay que caminar por lo menos media hora para estar sanos.
También hay que cuidar las amistades, —porque las amistades son como las plantas, hay que cuidarlas y regarlas todos los días—.
Todos los días, hay que procurar estar bien informado de lo que ocurre a nuestro alrededor, así que…
¡Hay que leer por lo menos, dos periódicos para contrastar las noticias!
¡Ahhhhh! Y no olvidemos que contigo, hay que practicar sexo todos los días, pero sin caer en la rutina, con lo cual, hay que innovar métodos y posturas constantemente.
También, hay que hacer las camas, barrer, fregar y poner la lavadora, y no te digo ya, con el dichoso perrito, que hay que sacarlo a sus necesidades cuatro veces cada día.
En fin Mari, a mí me salen 32 horas al día.
La única posibilidad que se me ocurre, es hacer varias cosas a la vez.
Por ejemplo: mientras me ducho, puedo abrir la boca y así voy bebiendo, parte de esa agua diaria que tú dices que tenemos que ingerir para tener sano los riñones. Después, al mismo tiempo que me seco, puedo comerme los Donuts, —metiendo el plátano por el agujero para ahorrar tiempo—.
Cuando salga del baño, —a la vez que camino—, puedo hacer el amor contigo en la postura de la carretilla, metiéndome una escoba en el culo, para así ir barriendo la casa.
Tú, —mientras tanto— puedes ir viendo la televisión y me cuentas lo que ves. Por no alterar las estadísticas, ya sabes.
El que primero consiga tener una mano libre, que llame a sus padres. Con eso tendremos excusa para poder beber vino.
¡Joder, ya puestos, beber vino y cerveza juntos!
Aun así Mari, me falta tiempo en el día para la aspirina, el Actimel, la manzana y varias cosas imprescindibles, a las que no estoy dispuesto a renunciar, por tanto, cojo mis cosas y me marcho de casa corriendo… Y no olvides que...
“Voy a pedir el divorcio exprés”
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