Jaimito, se dirige una mañana hacia la iglesia de su barrio, para confesarse de sus pecados recientes.
Al llegar y arrodillarse en el confesionario, le dice al cura:
- Padre, me confieso de que he pecado. Ayer anduve con una mujer de vida muy ligera, realizamos todo tipo de actos sexuales impuros, y a ninguno de ellos me puso pegas.
El cura,
calla durante un instante, y luego le pregunta:
- ¿Eres tú
Jaimito?
Jaimito
guarda silencio y después contesta:
- Sí padre,
soy yo de nuevo.
El cura no da
crédito a lo que está escuchando y le dice:
- ¡¡¡Madre de
Dios, otra vez aquí!!! ¿Y con quién estuviste esta vez Jaimito?
Jaimito se
hace el ofendido y le dice:
- ¡¡¡No
padre, se dice el pecado pero no el pecador!!!
El cura
intenta sonsacar a Jaimito diciéndole:
- Mira
Jaimito, tarde o temprano, me voy a enterar, así que
más vale, que
me lo digas ahora. ¿Era Teresa García, verdad?
Jaimito hace
alarde de su hombría y le dice al cura:
- Padre, mis
labios están sellados.
El cura
insiste de nuevo.
- Mira
Jaimito, me voy a enterar seguro. ¡Era Patricia Rodríguez! ¿A que sí?
Jaimito
vuelve a mostrarse implacable, y le dice al cura:
- Padre, ya
le he dicho, que jamás lo sabrá.
El cura
comienza a enojarse y le dice a Jaimito:
- ¡Jaimito,
no sé qué te traes entre manos! ¿Era María González?
Jaimito se
agranda y le dice al cura:
- Padre, he
venido a confesar mis pecados, no los de ella. No le diré nada.
El cura
vuelve a insistir de nuevo diciéndole:
- ¿Crees que
la estas ayudando? ¡¡¡Pues no!!! Dime... ¿Era Maribel Sánchez?
Jaimito, se
muestra intratable y terco como una mula diciéndole:
- Padre, no
insista más, esto es de locos. ¡¡¡No se lo pienso decir!!!
No sacará de
mis labios, el nombre de esa muchacha.
El cura
vuelve a insistir de nuevo diciéndole:
- Jaimito, tú
terminaras diciéndome, con quien has estado. ¿Era Carmina Otero?
Jaimito ya no
sabe qué decir, ni cómo actuar, y le dice al cura:
- Padre, esto
no tiene ningún sentido. Por mucho que usted insista, mis labios están
sellados, y así van a permanecer.
El cura
chasquea los labios con exasperación y dice:
- Eres un cabeza dura Jaimito, y en el fondo de mi corazón, admiro tu reserva, pero has pecado y debes tener tu cristiano castigo. Reza veinte Padres Nuestros y diez Ave Marías.Ve con Dios, hijo mío, y procura no volver a caer, en el mismo pecado carnal.
Jaimito se
levanta del confesionario, y se arrodilla en uno de los bancos de la iglesia,
para hacer como que está rezando.
Su amigo
Pedro, que está sentado en el mismo banco, se acerca hacia él con disimulo y le
dice:
- Jaimito,
cuéntame... ¿Funcionó tu plan?
Jaimito lo
mira a la cara y le dice en voz baja:
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