Dos amigos de Cádiz de treinta años cada uno, coinciden como
viajeros en un autobús urbano.
Al verse, uno le dice al otro:
- ¿Qué te pasa pisha, que tienes más
mala cara que un chino con paperas?
El otro, -con cara de preocupación- le contesta…
El otro, -con cara de preocupación- le contesta…
- ¡¡Que estoy que no cago pisha!! Ahí voy a
ver al Psicólogo porque estoy mu preocupao.
Preocupado por lo que acaba de oír, le pregunta a su amigo…
Preocupado por lo que acaba de oír, le pregunta a su amigo…
- ¿Por qué pishita? ¿Qué te pasa?
- Pues… que esta mañana, mi madre
me despertó y me preparo el desayuno; uno de esos que a mí me encantan.
Cuando me levanté de la cama,
note que estaba muy descansado, y con unas ganas tremendas de ir a trabajar.
Asombrado y perplejo le pregunta de nuevo al amigo…
Asombrado y perplejo le pregunta de nuevo al amigo…
- ¡¡Coño!! Y… ¿Qué tiene eso que
ver con el psicólogo?
El amigo, -un poco cabreado- le contesta…
- ¡Claro que tiene que ver pisha!…
El amigo, -un poco cabreado- le contesta…
- ¡Claro que tiene que ver pisha!…
Porque… ¡¡Joder me asusté mucho al
notarlo, y quiero saber si es normal!!
De nuevo intrigado, le pregunta otra vez…
De nuevo intrigado, le pregunta otra vez…
- Bueno... ¿Y qué hiciste entonces cuando lo notaste?
Con naturalidad el amigo le contesta…
Con naturalidad el amigo le contesta…
- Nada… ¿Qué iba a hacer? Decidí volver a acostarme en el
sofá, para ver si se me quitaban las ganas.
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