martes, 3 de diciembre de 2013

Las malas intenciones del hijo vago

Dos amigos de Cádiz de treinta años cada uno, coinciden como viajeros en un autobús urbano.
Al verse, uno le dice al otro:
- ¿Qué te pasa pisha, que tienes más mala cara que un chino con paperas?
El otro, -con cara de preocupación- le contesta
- ¡¡Que estoy que no cago pisha!! Ahí voy a ver al Psicólogo porque estoy mu preocupao.
Preocupado por lo que acaba de oír, le pregunta a su amigo
- ¿Por qué pishita? ¿Qué te pasa?
- Pues… que esta mañana, mi madre me despertó y me preparo el desayuno; uno de esos que a mí me encantan.
Cuando me levanté de la cama, note que estaba muy descansado, y con unas ganas tremendas de ir a trabajar.
Asombrado y perplejo le pregunta de nuevo al amigo
- ¡¡Coño!! Y… ¿Qué tiene eso que ver con el psicólogo?
El amigo, -un poco cabreado- le contesta
- ¡Claro que tiene que ver pisha!
Porque… ¡¡Joder me asusté mucho al notarlo, y quiero saber si es normal!!
De nuevo intrigado, le pregunta otra vez
- Bueno... ¿Y qué hiciste entonces cuando lo notaste?
Con naturalidad el amigo le contesta
- Nada… ¿Qué iba a hacer? Decidí volver a acostarme en el sofá, para ver si se me quitaban las ganas.


Las malas intenciones del hijo vago

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