Un
hombre casado desde hace cinco años, decide un día, que quiere tener una mascota -y sin pensarlo dos veces-
se va de compras a buscarla.Llega
a una tienda de mascotas y de repente, en el escaparate, ve a un loro colgado
cabeza abajo de su percha para loros.
El hombre -asombrado- se queda mirando al loro, y dice en voz alta...
El hombre -asombrado- se queda mirando al loro, y dice en voz alta...
-
¡¡¡VAYA!!! ¿Qué le habrá pasado a ese loro tan raro?
El
loro, -que se da cuenta de que se dirige a él- le contesta:
-
Señor, yo nací así, lisiado, soy un pobre loro sin patas.
El
hombre, -asombrado por lo que acaba de oír- suelta unas carcajadas.
-
Ja, ja, ja, ja. ¡¡¡Me ha parecido como si este loro hubiera entendido lo que
dije, y me hubiera contestado!!!
De
nuevo el loro le contesta:
- ¿Te ha parecido? Claro que entendí lo que dijiste palurdo. ¿Piensas que solo ustedes los humanos
sois inteligentes? Soy un loro sumamente inteligente y muy culto.
El
hombre ofendido le contesta:
-
¿Ah sí? Entonces, contéstame esto, ¿Cómo te cuelgas del palo, si acabas de
decirme que no tienes patas?
Apesadumbrado,
le dice el loro:
-
Bueno, verás, es que me da un poco de vergüenza decírtelo, pero... ¡Ya que me
has preguntado, te lo voy a decir!
Uso mi pene para colgarme, lo enrollo en el
palo como si fuera un gancho, y así me sostengo. Lo que pasa, es que tú no
puedes verlo, porque lo cubro cuidadosamente con mis plumas.
El
hombre, -que no se recupera de la sorpresa- le contesta:
-
¡¡¡Increíble!!! ¿Realmente puedes entender todo lo que dice la gente y contestar?
¿De verdad puedes hacerlo?
Esta
vez orgulloso, le contesta el loro:
-
¡¡¡Claro que sí buen hombre!!! Hablo perfectamente español e inglés. Puedo
conversar sin problemas, casi sobre cualquier tema: Filosofía,
química, política, religión, fútbol etc… y soy especialmente bueno en
“ornitología”. Deberías comprarme, si buscas una mascota, soy un excelente
compañero, y las oportunidades pasan.
El
hombre, mira el precio en la etiqueta... “400 euros” y dice:
-
Ese precio es demasiado alto para mí, yo no dispongo de tanto dinero.
Entonces
el loro sisea al hombre... “Pssssst” y moviendo un ala para que se acerque le
dice:
-
¡¡¡Señor por favor!!! ¡¡¡Nadie me quiere porque no tengo patas!!!
Ofrézcale al dueño 50 euros, seguro que aceptará.
Ofrézcale al dueño 50 euros, seguro que aceptará.
El
hombre agarra su cartera, saca 50 euros, y se los ofrece al dependiente diciéndole:
-
¿Aceptaría usted 50 euros por ese loro?
El
dependiente acepta la oferta hecha, y el hombre sale de la tienda con el loro.
Pasan
las semanas, y el loro demuestra ser sensacional. Es gracioso, interesante, un
excelente amigo, entiende de todo y hasta le da, muy buenos consejos al señor.
Su
dueño, está contento y feliz con él.
Un
día, el hombre llega de trabajar, y el loro lo llama como hizo en la tienda.
“Psssst”, moviendo un ala para que se acerque a él.
El
hombre se acerca a la percha del loro, se pone muy cerca de él y agudiza el oído.
Entonces, susurrando, le dice el loro:
-
No sé si contarte o no, lo que he visto hoy, pero... Es acerca de tu mujer, y
el cartero.
Y
dice el hombre enojado:
-
¡¡¡¿Qué?!!! ¿Mi mujer y el cartero? ¡¡¡No puede ser, mientes!!!
El
loro, intenta quitarle hierro al asunto y contesta:
-
Bueno, cuando esta mañana llegó el cartero, tu mujer lo recibió en
la puerta, con un beso en la boca.
Ella estaba vestida sólo con: un picardías blanco transparente, un tanga blanco pequeñísimo y un sujetador Wonderbra blanco de encajes.
Ella estaba vestida sólo con: un picardías blanco transparente, un tanga blanco pequeñísimo y un sujetador Wonderbra blanco de encajes.
El
hombre alteradísimo pregunta:
-
¿Y después que pasó? ¡¡¡Dímelo, no te calles nada!!!
El
loro continúa con su relato de los hechos.
-
Después, el cartero entró en la casa y empezó a acariciarla toda dulcemente.
¡¡¡Ella se estremecía nerviosa!!!
El
hombre más alterado aún, apremia al loro para que siga contando.
-
¡¡¡Dios santo!!! ¿Y qué más pasó? ¡¡¡Continúa loro!!!
El
loro prosigue con el relato.
-
Después, le quitó el picardías, también el sujetador, por último, le arranco el
tanga de un tirón.
Se
arrodilló frente a ella y empezó a besarla por todas partes, empezando por los
pechos, suave y lentamente, e iba bajando y bajando por el ombligo.
Y seguía, y
seguía, y seguía bajando…
De
repente, el loro se queda callado durante un buen rato…
Al
hombre se le va a salir el corazón del pecho y exclama:
-
¡¡¡Bueno!!! ¿Y qué pasó? ¿Qué pasó? ¡¡¡No me tengas más en ascuas!!!
El
loro muy sereno contesta:
-
¡¡¡No sé joder!!!
¡¡¡CON
LO QUÉ ESTABA VIENDO, SE ME EMPALMÓ, Y ME CAÍ DE LA PERCHA DE CABEZA!!!
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