Una mujer, entra en una tienda de
animales para comprar un Guacamayo como mascota. Enseguida, ve uno que le gusta
mucho pero, el dependiente, le advierte de que es un animal muy fogoso,
ardiente, libidinoso y obsesivo con el sexo.
El dependiente lo llama: “El Guacamayo salido”.
La mujer hace caso omiso al
vendedor y a pesar de todo, decide llevarse a casa al dichoso “Guacamayo salido”.
Al cabo de unos días, -de
convivir con el Guacamayo y observar
como este se comporta-, la mujer lleva a casa otra mascota.
Esta vez, es una gata muy
elegante y coqueta.
Al entrar en la casa con ella, advierte
al Guacamayo, que como la acose, la toque,
o la someta a sus deseos sexuales, lo castigara duramente y lo meterá en el
congelador para que escarmiente.
Por la noche, -al regresar a casa
del trabajo-, se encuentra a la gata tumbada en el suelo, boca arriba, con la
lengua fuera, las patas traseras abiertas y el Guacamayo, zumbándole de lo lindo a la gata
La mujer, -muy enfadada con el Guacamayo-, sin pensárselo dos veces, lo
agarra por la cola, lo levanta súbitamente, y lo mete dentro del congelador.
Al cabo de varias horas, -antes
de irse a dormir- se acuerda de que dejo al Guacamayo
en el congelador y va a sacarlo del mismo.
La
mujer, se siente muy mal por pensar que ya estaría el Guacamayo congelado, pero al abrir el congelador, se lo encuentra
sudando, tendido boca arriba y extenuado. Para su sorpresa, oye como el Guacamayo le dice:
-
¡¡¡Coño, colega, a ti quería yo verte!!! ¿Por qué tienes a este pollo desnudo
metido en el congelador? ¿También lo castigaste? ¡¡¡Este hijo puta, sí que
tiene el culo duro y frio!!!
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